Categoría: Generos

El documental, otra forma de hacer cine

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No hace tanto tiempo, cuando solo existían la tele analógica y gozábamos de solo unos cuantos canales de televisión, muchos nos veíamos torturados por nuestros padres a la hora de la sobremesa con el «temido» documental de la… bueno, no diré el nombre de la cadena, pero seguro que todos lo recordáis. Era un género que la juventud odiaba con todas sus fuerzas, a excepción de unos cuantos frikis; lo ponían el cártel de la peor basura televisiva, junto a los telediarios y a algún programa de cultura. Los padres y abuelos, sin embargo, como no llevaban tanto tiempo con la televisión entre ellos, adoraban estos espacios, otra manera de llegar a la cultura cuando ellos eran en su mayoría analfabetos, o tenían apenas los estudios primarios.

Ahora la cosa ha cambiado, por suerte, y por basura televisiva entendemos otra cosa; y por contra, siguen siendo durante décadas los espacios televisivos con mayor share, aunque todo el mundo convenga que no hay calidad ni ningún interés informativo. En lo que se refiere a los documentales, el género ha dado un giro de 180 grados, ayudado en gran manera por los canales temáticos (bendita TDT, que hizo multiplicar exponencialmente las cadenas televisivas) y por las plataformas de streaming. Sí amigos, esas cuantas que estás pensando han apostado por el cine y las series documentales, y las han puesto al nivel de mejor cines, nacional, europeo o internacional.

Al ser productoras independientes que se financian ellas mismas, el carácter de los documentales ha cambiado bastante, ocupándose de temas polémicos y que nadie nunca antes se había atrevido a abordar. Por ejemplo, a ninguna cadena nacional de ningún país se le hubiera ocurrido producir un documental sobre Pornhub, como sí ha hecho una famosa plataforma de streaming internacional. Y ha sido un éxito rotundo en todo el mundo, a pesar de referirse a un tema tan controvertido como la pornografía y su mayor proveedor en la red durante casi una década.

¿Qué tenían los sitios web de pornografía, con Pornhub en la cabeza, para convertirse en todo un fenómeno coincidiendo con el auge de internet? De todos los contenidos que nos ofrecía la red, los videos porno eran sin duda los más demandados, los más visitados y los que mayores beneficios daban. No había manera de navegar por el ciberespacio sin que te salieron trescientos mil anuncios de contenido adulto, y el 80% se referían a páginas webs especializadas en videos xxx, acompañados de fotos eróticas y poco más. De hecho, el cine porno empezó a perder fuelle a raíz de esto, puesto que las películas porno ya no eran rentable para las productoras; y es que eso de los contenidos gratis mató toda posibilidad de sacarles rédito. Al final, se pasaron a internet, y sacaban sus ingresos de la publicidad de los portales web, cosa que tampoco les fue mal, no lo neguemos.

El documental nos da muchas claves sobre aquellos años de la pornografía online gratuita y desatada; y sobre todo por qué esta plataforma de contenido adulto acabó por fracasar; al menos, algunas de las razones. Cierto que el porno online ya no es un negocio tan beneficioso como antaño, aunque ahí está, aguantando cuando muchas otras industrias de ocio han fracasado. Puede que ya no tenga beneficios millonarios, pero siempre tiene un público fiel que sigue las tendencias con una fidelidad admirable, adaptándose a los distintos formatos o a las condiciones para acceder a sus contenidos.

Pero dejando el porno a un lado, volvamos al tema que nos ocupa, el de la industria documental. Se ha desarrollado tanto, que ahora se hacen documentales en forma de película, con la calidad y la elaboración que eso conlleva. O, para rizar el rizo, incluso series documentales, relacionados por temática, o por abordar alguna cuestión desde distintos ángulos. Se está convirtiendo en un arte, y puede que pronto tengamos que incluir el documental entre los géneros cinematográficos, como hacen ya muchos festivales de cine europeo.

La realidad del cine porno actual

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Hoy vamos a dedicar este post al gran demonizado de la industria cinematográfica: el cine porno. Es curioso porque, como ya hemos hablado, la temática erótica está muy de boga, y sin duda el erotismo es una baza con la que cuentan muchos directores y guionistas para hacer más atractivas sus obras, pese a quien pese. Al final, parece que es políticamente correcto insinuar el sexo, pero no mostrarlo abiertamente. ¿Dónde ha quedado el género de la triple X?

El formato de las películas porno, como tal, está desfasado. Ahora muy poca gente se aventura a estar delante de una pantalla viendo una hora y media a gente manteniendo sexo; lo que se lleva son los videos porno, más o menos largos, colgados en las webs para adultos y a demanda del cibernauta. Quizá su atractivo radica en que suelen estar clasificados por categorías, con lo cual cada uno ve solo lo que le interesa; y por supuesto, la fuerza del streaming, sin cortes publicitarios y con la opción de descargarlos si se quiere volver a visionar sin conexión a internet.

Así que la industria de la pornografía se ha apuntado a los videos xxx; el porno online es un formato más barato, y por el que sin duda han sacado pingües beneficios, cosa que está bien, porque es un negocio. Y ese negocio ha arrastrado a mucha gente a querer mermar desde su modesta posición, así que los castings para ser actores y actrices porno se han visto llenos de gente amateur queriendo probar suerte en el mundo profesional. Y cuando no se superaban, bueno, tampoco se venían abajo; bastaba con grabar porno casero, y subirlo a una web, y ya se podía ser el/la protagonista de tu propia peli porno.

¿Y cómo es trabajar en una productora porno? Bueno, aunque tengan fama de ser producciones casi chabacanas, de baja calidad y sin otra pretensión que mostrar un polvo aunque con tintes artísticos, una película para adultos lleva detrás una enorme complejidad, y un enorme trabajo con una multitud de trabajadores detrás. Las caras más visibles, como siempre, son los actores y actrices; pero detrás de ellos, desde el director que firma con su nombre, hasta el más humilde de los asistentes del que coloca los créditos, hacen un trabajo ingente, que por supuesto desean tenga el mejor resultado posible. Las pelis xxx no son producto de la improvisación, todos los implicados en ella se esfuerzan e intentan dar su propio toque para que el resultado se diferencie de otros en la medida de lo posible.

Y no lo olvidemos: el porno es porno. No es una tonta frase repetitiva, sino que debemos darnos cuenta del objetivo de la pornografía, que no es otro que el de excitar sexualmente a su público. Claro, cada persona tiene su propio gusto, y un punto que ha de tocarse para que eso sea de una manera u otra, o se producta a más o menos velocidad. Pero en su conjunto, el porno ofrece todo ese estímulo, y no lo olvidemos: el sexo es una emoción primaria. Así que, en realidad, y siendo justos, no deberíamos ser enrevesados ni exigentes con el cine X, cuando en realidad nos afecta tal y como se le pide.

Como en cualquier ramo profesional, los trabajadores de la pornografía no lo tienen fácil, siempre intentando innovar; es algo a agradecer, desde luego, y en los últimos años se ha visto como el porno evoluciona, gracias a nuevos formatos, nuevos directores, y nuevas maneras de contar lo que, en realidad, tiene poco que contar. Pero siempre es bueno que un mundo tan cerrado como este sepa mirar hacia delante y hacia los lados, pensando en no aburrirnos con las mismas cosas.

Los europeos, maestros del cine erótico

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A pesar de que los comienzos del cine europeo fueron de corte nacionalista e histórico, sin dejar atrás los efectos propagandísticos, no pasó mucho tiempo hasta que se desarrolló en toda Europa un género que elevó a nuestro cine a la maestría, y que aún hoy se sigue considerando así. Realmente, el cine erótico europeo, en su versión clásica, no tiene hasta ahora parangón ni competidor, y sigue siendo un ejemplo a seguir por todos los cineastas actuales, que no dejan de ensalzar a los viejos maestros y que se siguen inspirando en ellos a pesar de contar ahora con muchos más medios a su alcance.

Y eso que no podemos decir que la vieja escuela lo tuvo fácil. El sexo en la Unión Europea es hoy tema de estudio, pues se están dando curiosas singularidades en las rutinas sexuales de los europeos, y sobre todo, de las europeos; pero en la época dorada del cine erótico, no debemos olvidar que el sexo era un tema tabú en cualquier país del continente, y que la censura existía en todos en mayor o menor medida. Algunos países como Francia y Alemania consiguieron burlarla un poco, pero en contrapartida, en los países donde se exportaban estas películas era tan extrema, que difícilmente podían ser proyectadas, al completo sin cortes o directamente sin poder exhibirse en ninguno de los cines patrios.

Ahora todo esto nos puede parecer ridículo, acostumbrado como estamos al libre acceso a los videos porno en internet, y en general a cualquier tipo de pornografía. La sexualidad en vivo para nosotros, el público de ahora, no tienen ningún misterio, pero no era así hasta hace muy poco; y además, no debemos confundir erotismo con pornografía, aunque el objetivo parece que sea el mismo: conseguir que el espectador acabe excitado sexualmente.

Esto es algo que los grandes directores del cine erótico tenían muy claro. Su arte se basaba en conseguir una excitación sexual que atacaba a los sentidos, siempre usando situaciones y escenarios morbosos, que despertaban los sentidos, y con diálogos profundos o en ocasiones con la total ausencia de ellos. Y por supuesto, sólo insinuado los desnudos, que de ninguna forma podían ser integrales, y si lo eran, no debían ser mostrados; por suerte, la época del destape suavizó un poco los límites, aunque eso no fue lo que realmente dio calidad a este tipo de cine en nuestro continente, pues su leyenda ya estaba creada.

¿Por qué la sexualidad sigue siendo siempre un tema de actualidad? Esa es una pregunta que se hacen muchos, pero para mí la respuesta está clara: es porque a la gente le sigue interesando este tema, y dudo mucho que llegue el momento en que no lo haga. De hecho, la sexología es una ciencia que cada vez se hace más popular entre los estudiosos, y siempre aparecen investigadores o psicólogos que lanzan teorías sobre cómo mejorarla, y atacar sus múltiples problemas desde una visión empírica; y claramente, es porque genera un interés en los demás.

Y, al fina, ¿de qué se nutre cualquier género artístico, como por ejemplo el cine? Por supuesto, del interés del público, de aquellos temas que generan expectación y que quieren ver reflejados en las manifestaciones artísticas. Y el cine, si cabe, es uno de los que más debe tirar de eso, pues se trata de un medio sobre todo visual, que debe llegar a la mente a través del sentido de la vista. Así que el porno y el cine erótico, los dos géneros que más afectan nuestra mente, seguirán de seguro existiendo; el reto es conseguir alcanzar algún día el nivel de calidad de nuestro antiguo cine europeo.

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